La comúnmente llamada “caja tonta”
resulta que en el fondo no es tan tonta, o no lo son para nada, al menos,
quienes controlan y deciden la programación y el modo de desinformarnos o
adiestrarnos a través de ella. La televisión, como otros muchos medios de
comunicación de masas, presenta grandes sesgos motivados principalmente por los
entes que la financian o el control del estado que, según los contextos,
controla en mayor o menor medida y limita los contenidos emitidos. Se hace
necesario por tanto, tal vez cada vez más, educar la mirada y activar el
pensamiento crítico a la hora de sentarse ante la televisión u otros medios de
comunicación de masas. Junto a eso, contrastar las fuentes, activar la
sospecha, la discusión, el diálogo, la capacidad de interrogarse y el intentar
ser conscientes, al menos, de cuando sucumbimos a la tentación de distraernos
con un programa televisivo, cuando sentimos y expresamos que “queremos
desconectar” (y para ello, conectamos la tele -para que se nos vayan las ideas-).
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