A partir del diálogo sobre los incidentes críticos vividos por las compañeras de grupo escogimos un episodio muy común, pero que mostraba bien algunos de los cambios de mentalidad a los que nos avocan la invasión de las nuevas tecnologías en nuestra vida. La aceleración de la época en la que vivimos es tan grande que a menudo no nos da tiempo a pensar a fondo los porqués y para qué... nos falta perspectiva para valorar el trasfondo de las cosas y corremos el riesgo de querer aferrarnos a visiones o concepciones pedagógicas anticuadas, sin abrirnos y arriesgarnos a nuevas posibilidades de búsqueda, uso y exploración. Lo importante será, ya no con la brújula pero sí con el gps ser capaz de elucubrar un buen mapa y tener claro a dónde queremos llegar. Y reconocer que existirán múltiples y diversos senderos, que podrá haber atajos y encrucijadas insospechadas por surcar.
Fotocomic: ¿Apaguen los celulares?
El aporte de
la investigación narrativa y las historias de vida en nuestra formación como
investigadores
Nuestra experiencia docente vino marcada desde
el comienzo, necesariamente, por nuestra propia experiencia (historia de vida)
como alumnas o aprendices. Fuéramos más o menos conscientes, más o menos ágiles
para ir posteriormente incorporando nuevas herramientas, saberes o habilidades,
probablemente cada una y cada uno de nosotros comenzamos haciendo aquello que
otros habían puesto en práctica con nosotros. Tal vez por eso las gramáticas
escolares tradicionales han sido tan persistentes a lo largo de los siglos y
cuesta tanto despedirlas en una era totalmente distinta en la que resultan obsoletas
y en la que ya no hay vuelta atrás. Por tanto, si bien esta experiencia de
partir, en un comienzo, de reproducir lo vivido puede tener sus limitaciones,
riesgos o inconvenientes, no obstante pone de relieve la importancia y el valor
de esas historias, de esas narraciones. Narraciones que constituyen un modo
genuino y eficaz de explorar y transformar la realidad (en este caso, la
realidad educativa) pero que en investigación (desde un marcado positivismo que
durante muchos años ha remarcado fuertemente una pretensión de objetividad,
precisión y rigor) ha dejado de lado otras herramientas de recogida de
información, análisis e introspección como los relatos y las narraciones.
Las narraciones presentan además otra ventaja
de cara a la construcción del conocimiento: bajan a la ciencia del pedestal,
incorporan a todas las personas independientemente de su formación, grupo
social, nivel cultural… al ámbito de la socialización de las observaciones, las
experiencias, la información, lo vivido, lo experimentado, lo concluido,
aquello que desde la propia vivencia una se ha apropiado… es decir, con las
narraciones, la insigne (inalcanzable, para millones de personas) investigación
científica puede descender a la vida real, a la vida de la gente (para la cual
también debe servir) y entrar en un diálogo de saberes y experiencias más
inclusivo y universal. Un diálogo en el que cada quien también sea
protagonista, los narradores/as, los y las investigadores/as, acogiendo y dando
la palabra a las otras voces que tantas veces han estado silenciadas en las
investigaciones. Y esto gracias a que todas las personas tenemos historias de
vida, todas podemos aprender a analizar y relatar nuestra experiencia,
comenzando cada una de nosotras a sumergirnos, desde nuestro momento vital y al
nivel que podamos, en la exploración, indagación e investigación de aquello que
ocurre en nuestra vida o en otras vidas que deseamos conocer y mejorar.
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