Resulta
complejo y desafiante el proceso de adquisición de unas mínimas habilidades
para el aprovechamiento de las herramientas tecnológicas para la investigación.
La amplia gama de herramientas (fuentes de información, bibliotecas virtuales,
repositorios digitales, gestores bibliográficos…) hace que a tientas vayamos
intentado explorar distintos entornos y herramientas, y principalmente, gracias
a la experiencia y orientaciones de otros investigadores. El problema está en
la organización del tiempo y los recursos: estos días en estas actividades y otras
de mi proceso de aprendizaje van resonando estas herramientas y entornos que me
suenan (refworks, webofknowledge, scopus…); instrumentos o lugares que en
varios cursos visité y utilicé (gracias, como digo a las indicaciones y pistas
de investigadores más avezados) pero en los que no he desarrollado una práctica
y ejercicio continuos, de modo que quedan rezagados y expuestos al olvido. Tomo
conciencia entonces de que para avanzar en mi proceso de alfabetización digital
y específicamente en referencia a la competencia investigadora, me puede ayudar
mucho crear mi propio entorno virtual de aprendizaje (PLE) en symbaloo. Esa
herramienta, symbaloo, me posibilita no solo organizar y tener agrupados de
forma visual y ordenada las web, blogs, herramientas. etc. que habitualmente
utilizo y aquellas que voy descubriendo en relación a la investigación; sino
que, al brindar la posibilidad de crear distintas pestañas puedo organizar los
objetivos y necesidades de aprendizaje que voy teniendo por temáticas o ámbitos
de interés en los que estoy inmersa. Visibilizar esos entornos y herramientas
por temáticas me puede ayudar a no olvidar pequeños aprendizajes que voy
realizando, a valorarlos y a estimular el deseo de explorarlos para incrementar
mi competencia en alfabetización digital, tanto investigadora, como docente y
de participación social.
Algunos hitos de la experiencia de aprendizaje realizada por el alumnado del Máster de Psicodidáctica de la PUCESE (Esmeraldas, Ecuador) con la guía del docente Jose Miguel Correa.
lunes, 30 de junio de 2014
Primeros pasos hacia mi propio PLE con Symbaloo
Symbaloo es una herramienta que permte organizar entornos e instrumentos tecnológicos (páginas web, correo electrónico, blogs, programas, redes de aprendizaje etc.) clasificados en los ámbitos e que los utilizamos habitualmente. Esto nos posibilita tener a mano y ordenadas las múltiples fuentes de información, herramientas y redes que utilizamos en nuestra vida diaria, personal y profesional.
Personal
DocenciaPersonal
Entornos personales de aprendizaje (PLE)
Las múltiples posibilidades de acceso, transformación y difusión de la información que nos ofrecen las nuevas tecnologías en la era de la Web 2.0 comportan también el riesgo de desorientarnos y perder tiempo y energías en esa desorientación. Ante la ingente cantidad de información, redes y ámbitos de aprendizaje, consulta y cooperación en los que nos movemos, los PLE nos ofrecen la oportunidad de seleccionar y organizar de forma ordenada las principales fuentes de información, las herramientas que utilizamos con mayor asiduidad y las redes de trabajo con las que más nos movemos.
miércoles, 25 de junio de 2014
¿Hacia una transformación en educación?
En ocasiones todas y todos necesitamos buscar razones para automotivarnos... los docentes, el alumnado, cualquier profesional o persona cualquiera que sea su dedicación, interés o actividad; en algún momento necesitamos mirar más al fondo, mirar más allá... descubrir otras experiencias y miradas y dejarnos llevar, dejarnos apasionar o cautivar...
Este video puede ser estimulante para afrontar el aprendizaje de uso de las nuevas tecnologías para uso educativo con decisión, apertura y responsabilidad. En él se sugiere que las nuevas tecnologías, los nuevos entornos de aprendizaje (tal vez no tan virtuales) y el hecho de estar irremediablemente conectados puende convertirse en una oportunidad de aprendizaje. El video deja claro que no es que de por sí las nuevas tecnologías impliquen una revolución en la educación, sino que pueden posibilitar o aportar en ese cambio necesario. Ello está motivado por el hecho de que indudablemente nos conectan. Además, favorecen la construcción colectiva del aprendizaje (evidencian que la construcción del conocimiento es social y pueden favorecer ese hecho), a la vez que ponen de manifiesto también el hecho de que ahora el conocimiento se construye a partir de partes más pequeñas. Este hecho posibilita que haya más posibilidades de congregar esas partes, y de modos distintos; lo que nos situa ante el desafío de evaluar la validez de la coherencia del conocimiento que armamos.
El audiovisual defiende la posibilidad de vivir este cambio en educación, sugiere alguna experiencia de por dónde y cómo comenzar y estimula a explorar este nuevo territorio. Se trata de que desde los entornos educativos favorezcamos otras políticas de construcción del conocimiento, que ayudemos a ampliar los horizontes, a realizar nuevas búsquedas, a comprender en profundidad y descubrir qué hay detrás de las tecnologías de la información y la comunicación. Será importante también poner a disposición del alumnado conocimientos y lenguajes que favorezcan sus habilidades de comunicación (aprendizajes antigüos, tal vez, desarrollados de modos nuevos); así como romper los pretendidos límites entre contextos educativos formales y no formales. Todo ello con el propósito de seguir dando pasos hacia una transformación de la educación.
martes, 24 de junio de 2014
Frustración
Mudando de piel
Así
me encuentro en estos días de intento tras intento de construir algo provechoso
a partir de las pistas que vamos trabajando en el curso de nuevas tecnologías e
innovación educativa. Mudando de piel, insegura, cansada, frustrada… a algún
pequeño logro le sigue, muchos días, una enorme decepción. Cambio de rumbo ¿no
vi antes este documento? Cuando creía tener perfiladas las tareas parece ser
que ha variado un poco la hoja de ruta. No es mi territorio y no le veo el
sentido claro. Siento que no tengo la globalidad de la película (en relación al
trabajo fina) y voy yendo y volviendo de y a los temas una y otra vez. La
suerte no estuvo de mi lado esta vez y tras sesudas reflexiones, perdí lo que
tenía escrito. ¡Porca miseria! Vuelta
a preguntarme qué maestra quiero ser… qué posibilidades ofrecen las nuevas
tecnologías a mi quehacer docente e investigador, cómo me voy viendo obligada a
cambiar de piel… Sí, la verdad. A día de hoy, siento que ciertamente estamos
viviendo (sí, sí, sé que lo hemos leído y comentado tantas veces… sé que no es
nuevo) un cambio profundo en los modos de aprender, en las maneras de
relacionarnos y construir la sociedad, muchos de ellos profundamente afectados
por las posibilidades (y límites) que ofrecen las nuevas tecnologías de la
información y la comunicación. Esto nos exige un enorme esfuerzo de adecuación
y adaptación (vivido esta vez a flor de piel). Cuanto más intento explorar las
posibilidades y nuevos entornos de aprendizaje de esta era digital (estos días,
a través de esta materia), más incompetente me siento. Y no me consuela la
frase célebre de Sócrates que atribuye el comienzo de la aproximación al
conocimiento al reconocimiento de la propia ignorancia. No me consuela para
nada. Las nuevas tecnologías suponen hoy por hoy, por tanto, un enorme desafío
que nace del deseo de ser una docente mínimamente competente digitalmente, con
un conocimiento suficiente de las herramientas disponibles en la web y sus
posibilidades, y principalmente con una gran habilidad para discernir la
información y las herramientas más apropiadas, aquellas que nos ayudan a
optimizar el tiempo y los resultados y no a malgastarlos. ¡Hoy en día existen
tantas posibilidades de buscar, gestionar, transformar y compartir la
información en múltiples formatos! Y, sin embargo, ¡se hace tan costoso
disponer de tiempos largos para la reflexión y la creación de calidad! Me
pregunto, en estos días, si la razón de encontrarme con tanta dificultad y
límites en el desarrollo de cierta competencia mediática será el saberme más
bien kinestésica a la hora de aprender, y por tanto, con necesidad de más
tiempo para adquirir las destrezas, habilidades y aprendizajes, para hacerlos
realmente míos… Me descubro, muchos días, ante casi cada nuevo programa o
aplicación que exploro, con resistencia, con temor de perder la información,
con temor de perder el tiempo y una enorme tentación de hacerlo “a mano”… Me
descubro, en síntesis, con una enorme resistencia y una gran frustración en
este intento de ser docente alfabetizada, docente e investigadora alfabetizada
apta para un desempeño adecuado en el siglo XXI, en el momento en que vivimos,
y con los enormes desafíos que vivimos en nuestra tierra esmeraldeña, y en el
contexto de la Educación Superior en Ecuador… Me entró vértigo. La era digital,
las nuevas tecnologías me están arrollando estos días y no consigo
incorporarme. Cuanto más me asomo más me apabullan...
El
texto anterior lo escribí hace cuatro días y lo dejé inconcluso, no me pareció
oportuno publicarlo. Han pasado unos días, lo he revisado y reflexionado, y
expresa mi vivencia, mi experiencia… Es mi narrativa personal de estos días y
evidentemente es muy personal y subjetiva. Pero soy de la opinión de que
también se pueden compartir los fracasos y las dificultades, o las búsquedas,
los intentos, las frustraciones… aunque algunos piensen que es consuelo de
tontos el compartir las adversidades.
Un incidente crítico: ¿Apaguen sus celulares?
En ocasiones, hay acontecimientos en la vida que nos ponen en evidencia y nos obligan a desaprender para poder abrirnos a escenarios y posibilidades de aprendizaje nuevas. Las múltiples posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías en el aula nos colocan a los docentes en un nuevo papel que no siempre somos capaces de asumir. De hecho, las pantallas nos han descentrado y han colocado al estudiante en el centro (donde queríamos que estuviese pero de donde, a la vez, nos cuesta desplazarnos para cederle el sitio). El uso de smartphones, tablets, laptops etc. deja claro que no tenemos el control, que hemos de desarrollar nuestras estrategias de motivación, trabajo en el aula y evaluación y también que hemos de afrontar el desafío de innovar y adaptar los aprendizajes que vemos relevantes al aprovechamiento de las oportunidades que nos ofrecen todas estas herramientas y entornos de aprendizaje. Se trata pues, de rescatar lo mejor de lo que sabemos y aprender a articularlo junto a nuevos saberes, nuevos formatos, recursos y estrategias para hacerlo accesible, discutible, transformable y transportable (nos referimos a la información, a las habilidades y destrezas, a las actitudes… al conjunto de competencias que deseamos suscitar en el alumnado de nuestras materias). Es un desafío interesante, arduo, inquietante y con muchos recursos que explorar…
Hay acontecimientos significativos que nos hacen, en ocasiones, cambiar de mirada, mudar de piel, abrirnos a una nueva actitud. Un incidente crítico vivido recientemente, hace aproximadamente un año, me obligó a romper la “norma” establecida y darle paso a la lógica en el aula. El incidente fue muy simple: habiendo llegado a un consenso el profesorado que dábamos clase en el pre universitario de no permitir tener encendidos los celulares ni el uso de los mismos en clase, llamé la atención a un alumno que hizo uso de él mientras estábamos resolviendo de manera colaborativa unas actividades. El alumno se excusó diciendo que tan solo estaba consultando un término que desconocía del texto en el diccionario. Me quedé sorprendida, dudé un segundo, pero consideré que era un uso positivo y que por tanto, para esos casos, nos saltaríamos la norma previamente establecida y acordada a comienzo de curso del no uso del celular en el aula.
Ese día reflexioné acerca de lo sucedido: si bien, al haber desarrollado la docencia el año anterior en la Primaria y Secundaria en Perú (donde por el contexto no se me hizo extraño la prohibición de uso del celular en el aula), el acontecimiento vivido dejaba claro que estamos en un nuevo contexto. Y no solo por estar en un contexto más adulto, el universitario; sino porque por las múltiples posibilidades y oportunidades que nos presentan las nuevas tecnologías para el aprendizaje, es muy difícil justificar el prescindir de su uso. Es más, como que es obvia la importancia de asumir el reto de incorporar estas herramientas, instrumentos y dispositivos al servicio de la adquisición de competencias que se desean suscitar en el alumnado; así como desarrollar con el alumnado
un trabajo conjunto, colaborativo, reflexivo y racional en relación al uso de las nuevas tecnologías y las múltiples tareas y actividades de aprendizaje que gracias a ellas podemos desarrollar.
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