martes, 24 de junio de 2014

Un incidente crítico: ¿Apaguen sus celulares?


En ocasiones, hay acontecimientos en la vida que nos ponen en evidencia y nos obligan a desaprender para poder abrirnos a escenarios y posibilidades de aprendizaje nuevas. Las múltiples posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías en el aula nos colocan a los docentes en un nuevo papel que no siempre somos capaces de asumir. De hecho, las pantallas nos han descentrado y han colocado al estudiante en el centro (donde queríamos que estuviese pero de donde, a la vez, nos cuesta desplazarnos para cederle el sitio). El uso de smartphones, tablets, laptops etc. deja claro que no tenemos el control, que hemos de desarrollar nuestras estrategias de motivación, trabajo en el aula y evaluación y también que hemos de afrontar el desafío de innovar y adaptar los aprendizajes que vemos relevantes al aprovechamiento de las oportunidades que nos ofrecen todas estas herramientas y entornos de aprendizaje. Se trata pues, de rescatar lo mejor de lo que sabemos y aprender a articularlo junto a nuevos saberes, nuevos formatos, recursos y estrategias para hacerlo accesible, discutible, transformable y transportable (nos referimos a la información, a las habilidades y destrezas, a las actitudes… al conjunto de competencias que deseamos suscitar en el alumnado de nuestras materias). Es un desafío interesante, arduo, inquietante y con muchos recursos que explorar… Hay acontecimientos significativos que nos hacen, en ocasiones, cambiar de mirada, mudar de piel, abrirnos a una nueva actitud. Un incidente crítico vivido recientemente, hace aproximadamente un año, me obligó a romper la “norma” establecida y darle paso a la lógica en el aula. El incidente fue muy simple: habiendo llegado a un consenso el profesorado que dábamos clase en el pre universitario de no permitir tener encendidos los celulares ni el uso de los mismos en clase, llamé la atención a un alumno que hizo uso de él mientras estábamos resolviendo de manera colaborativa unas actividades. El alumno se excusó diciendo que tan solo estaba consultando un término que desconocía del texto en el diccionario. Me quedé sorprendida, dudé un segundo, pero consideré que era un uso positivo y que por tanto, para esos casos, nos saltaríamos la norma previamente establecida y acordada a comienzo de curso del no uso del celular en el aula.

Ese día reflexioné acerca de lo sucedido: si bien, al haber desarrollado la docencia el año anterior en la Primaria y Secundaria en Perú (donde por el contexto no se me hizo extraño la prohibición de uso del celular en el aula), el acontecimiento vivido dejaba claro que estamos en un nuevo contexto. Y no solo por estar en un contexto más adulto, el universitario; sino porque por las múltiples posibilidades y oportunidades que nos presentan las nuevas tecnologías para el aprendizaje, es muy difícil justificar el prescindir de su uso. Es más, como que es obvia la importancia de asumir el reto de incorporar estas herramientas, instrumentos y dispositivos al servicio de la adquisición de competencias que se desean suscitar en el alumnado; así como desarrollar con el alumnado
un trabajo conjunto, colaborativo, reflexivo y racional en relación al uso de las nuevas tecnologías y las múltiples tareas y actividades de aprendizaje que gracias a ellas podemos desarrollar.

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