Mudando de piel
Así
me encuentro en estos días de intento tras intento de construir algo provechoso
a partir de las pistas que vamos trabajando en el curso de nuevas tecnologías e
innovación educativa. Mudando de piel, insegura, cansada, frustrada… a algún
pequeño logro le sigue, muchos días, una enorme decepción. Cambio de rumbo ¿no
vi antes este documento? Cuando creía tener perfiladas las tareas parece ser
que ha variado un poco la hoja de ruta. No es mi territorio y no le veo el
sentido claro. Siento que no tengo la globalidad de la película (en relación al
trabajo fina) y voy yendo y volviendo de y a los temas una y otra vez. La
suerte no estuvo de mi lado esta vez y tras sesudas reflexiones, perdí lo que
tenía escrito. ¡Porca miseria! Vuelta
a preguntarme qué maestra quiero ser… qué posibilidades ofrecen las nuevas
tecnologías a mi quehacer docente e investigador, cómo me voy viendo obligada a
cambiar de piel… Sí, la verdad. A día de hoy, siento que ciertamente estamos
viviendo (sí, sí, sé que lo hemos leído y comentado tantas veces… sé que no es
nuevo) un cambio profundo en los modos de aprender, en las maneras de
relacionarnos y construir la sociedad, muchos de ellos profundamente afectados
por las posibilidades (y límites) que ofrecen las nuevas tecnologías de la
información y la comunicación. Esto nos exige un enorme esfuerzo de adecuación
y adaptación (vivido esta vez a flor de piel). Cuanto más intento explorar las
posibilidades y nuevos entornos de aprendizaje de esta era digital (estos días,
a través de esta materia), más incompetente me siento. Y no me consuela la
frase célebre de Sócrates que atribuye el comienzo de la aproximación al
conocimiento al reconocimiento de la propia ignorancia. No me consuela para
nada. Las nuevas tecnologías suponen hoy por hoy, por tanto, un enorme desafío
que nace del deseo de ser una docente mínimamente competente digitalmente, con
un conocimiento suficiente de las herramientas disponibles en la web y sus
posibilidades, y principalmente con una gran habilidad para discernir la
información y las herramientas más apropiadas, aquellas que nos ayudan a
optimizar el tiempo y los resultados y no a malgastarlos. ¡Hoy en día existen
tantas posibilidades de buscar, gestionar, transformar y compartir la
información en múltiples formatos! Y, sin embargo, ¡se hace tan costoso
disponer de tiempos largos para la reflexión y la creación de calidad! Me
pregunto, en estos días, si la razón de encontrarme con tanta dificultad y
límites en el desarrollo de cierta competencia mediática será el saberme más
bien kinestésica a la hora de aprender, y por tanto, con necesidad de más
tiempo para adquirir las destrezas, habilidades y aprendizajes, para hacerlos
realmente míos… Me descubro, muchos días, ante casi cada nuevo programa o
aplicación que exploro, con resistencia, con temor de perder la información,
con temor de perder el tiempo y una enorme tentación de hacerlo “a mano”… Me
descubro, en síntesis, con una enorme resistencia y una gran frustración en
este intento de ser docente alfabetizada, docente e investigadora alfabetizada
apta para un desempeño adecuado en el siglo XXI, en el momento en que vivimos,
y con los enormes desafíos que vivimos en nuestra tierra esmeraldeña, y en el
contexto de la Educación Superior en Ecuador… Me entró vértigo. La era digital,
las nuevas tecnologías me están arrollando estos días y no consigo
incorporarme. Cuanto más me asomo más me apabullan...
El
texto anterior lo escribí hace cuatro días y lo dejé inconcluso, no me pareció
oportuno publicarlo. Han pasado unos días, lo he revisado y reflexionado, y
expresa mi vivencia, mi experiencia… Es mi narrativa personal de estos días y
evidentemente es muy personal y subjetiva. Pero soy de la opinión de que
también se pueden compartir los fracasos y las dificultades, o las búsquedas,
los intentos, las frustraciones… aunque algunos piensen que es consuelo de
tontos el compartir las adversidades.
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